Blue Beam o Rayo Azul es -según el autor que describió el
proyecto, el periodista canadiense Serge Monast (1945-1996)- "crear una
religión sintética al servicio del Nuevo Orden Mundial". Es también la
teoría de la conspiración de moda: en la web, cada vez que alguien difunde
fotografías o videos de efectos sobrenaturales o luces no identificadas,
puntualmente atribuidas a extraterrestres, fenómenos paranormales o apariciones
marianas, nunca falta el especialista que relaciona tales imágenes con
"pruebas del Proyecto Blue Beam"...
Es que buen número de aficionados al ocultismo están
convencidos de su realidad. Para ellos, Rayo Azul es un programa ideado por
científicos chiflados, estilo "Doc" Brown de "Volver al
Futuro" (R. Zemeckis, 1985), auspiciado por las Corporaciones Unidas del
Mal, como el Grupo Bilderberg, el gobierno de los EEUU, las Naciones Unidas y
la NASA. Aseguran que el programa dispone de un arsenal envidiable, con la
tecnología necesaria para representar sobre el cielo de cada región del mundo un
espectáculo religioso diferente (en las sociedades católicas proyectarían el
Cristo o la virgen María, en las orientales a Krishna, entre los musulmanes a
Mahoma, en pueblos eclécticos, a divinidades New Age, etc.), equipos de LF y
VLF (Baja y Muy Baja Frecuencia) para susurrar directamente en el cerebro de
las personas aquello que desean hacerle creer.
UNA TESIS FANTASMAGÓRICA
En 1994, Serge Monast escribió un folleto titulado "The
Blue Beam Project", donde denunciaba que esta suerte de satanismo
high-tech, basado en el control mental y en la religión, pretendía conquistar
el mundo. En 1996, tras denunciar que era perseguido por la Policía y haber
pasado una noche en la cárcel, murió de un infarto. Para sus seguidores, Monast
fue asesinado por "armas psicotrónicas". Como sea, su muerte
consolidó la leyenda.
Hay quienes afirman conocer la agenda de los titiriteros del
complot. Y dicen que el Rayo Azul, lanzado desde una constelación de satélites
artificiales, lograría reemplazar los sistema de creencias de las sociedades
por otro culto, presidido por un Dios políglota, "que se proclamará ante
las naciones para imponer una sola religión, un solo tipo de moneda y creando
lo que se llamara el Nuevo Orden Mundial". Esa falsa deidad podrá
manifestarse bajo la forma de una supuesta invasión extraterrestre, que en
rigor será un ardid creado por poderes bien locales para desarmar a los pueblos
rebeldes e imponer sin oposición su régimen de terror. Mientras lees esta nota,
la computadora que centraliza "toda la información sobre nuestra
especie" procesa los rayos que en pocos años cocinarán nuestras neuronas.
Por el bien de nuestra especie, claro.
Ese Nuevo Orden Mundial, controlado por poderosas élites que
quieren sacarse de encima a las mayorías, no es nuevo en absoluto. La teoría
conspirativa para la cual existe un gobierno dirigido desde las sombras y sigue
un metódico plan de acción tiene cientos de años. Desde el siglo XVII, las
logias anticlericales tuvieron enemigos implacables. Sociedades secretas como
la Masonería, los Rosacruces o los Illuminati de Baviera eran candidatas a la
acusación (casi siempre equivocada y sin duda impracticable) de pretender
dominar el mundo. Tales abusos del lenguaje no deben ser subestimados. Por
ejemplo, cuando en el siglo XX una sospecha parecida se transformó en prejuicio
de Estado surgieron el antisemitismo y el Holocausto.
Star Trek. |
La exageración grotesca o el fraude suelen ocupar un papel
clave en estos contubernios. "Los Protocolos de los Sabios de Sión"
(1902) es quizás la novela involuntaria más dramática de la historia reciente.
Entre los que denuncian la realidad del Proyecto Blue Beam, la ficción adquiere
nuevos significados. No es que influyan o sirvan de "termómetro cultural",
directamente prefiguran el porvenir. Según esta visión, películas como
"2001, una odisea del espacio" (S. Kubrick, 1968), "Star
Wars" (G. Lucas, 1977) o series como "Star Trek" (G.
Roddenberry, 1966), promueven sutilmente aquellas cuestiones que el Poder nos
quiere inculcar. El argumento del film nunca estrenado de "Star Trek-The
Motion Picture" (1975) sería casi una avant-premiere del Proyecto Blue
Beam. El protagonista es un dios polimorfo que ilusiona a sus fieles hasta el
engaño. Por lo demás, el éxito de la serie "X-Files" (Ch. Carter,
1993-2002) o de "El Código Da Vinci" (D. Brown, 2003) da la pauta de
que las tesis conspiracionistas aún resuenan profundamente en la sociedad.
El mito de los alienígenas divinizados que impulsaría el
Proyecto Blue Beam, angeloides que en principio tendrían poco que ver con los
Reptilianos promocionados por el escritor inglés David Icke, es asociado desde
hace décadas con tesis conspiranoides. Aquí la tecnología aparece junto con los
recursos que usan los falsos amigos alienígenas para que nadie, salvo Icke y
sus apóstoles, pueda diferenciar a un terrícola de una maldita lagartija
extraterrestre. Otros promotores de esta mefistofélica conjura, como el locutor
Alex Jones, hacen un particular pastiche entre la crisis global, las paranoias
sociales y las creencias populares. Vendedores de humo del Apocalipsis, como el
escritor Daniel Estulin, quien llegó a convencer a Fidel Castro de que sus
delirios conspirativos son investigaciones periodísticas, también creen en ese
Nuevo Orden.
La doctrina del Blue Beam comparte ideas muy presentes en
movimientos cristianos que enfatizan la presencia del Anticristo y Satanás en
la lectura que hacen del Nuevo Testamento. No hace falta ser especialista en
religiones comparadas para descubrir que esos paralelismos reflejan parecidas
preocupaciones y temores. Muchos grupos pentecostales creen que el "número
de la Bestia" (666) está cifrado en el sistema de identificación por
radiofrecuencia RFID de los códigos de barra, o que la Bestia planea implantar
entre los cristianos microchips "que permitirán identificar a los hijos
del Señor". En ambos casos, las potenciales aplicaciones de
biolocalización a las que se podría prestar esta tecnología fomenta la
paranoia, especialmente entre los sectores fundamentalistas.
UN DIOS CON PROBLEMAS PSICOLÓGICOS
Estas ideas también brotan de las falsas ciencias. Un
neurocientífico especializado en ovnis y fenómenos paranormales, Michael
Persinger, sostuvo que los campos Electro Magnéticos son capaces de generar
alucinaciones en el lóbulo temporal. Las imágenes percibidas serían, pues,
íconos de la cultura popular. El problema es que ese y otros efectos de la
actividad geomagnética en tanto causantes de experiencias psi no pudieron ser
reproducidos por investigadores independientes. Tal vez, la explicación de esto
es la sugestión.
Jacques Vallée, el investigador en el que se inspiró
François Truffaut para personificar al ufólogo que une ciencia y religión en
"Encuentros Cercanos del Tercer Tipo" (S. Spielberg, 1977), propuso la
hipótesis del Sistema de Control. Las naves que tanta gente dice ver -postuló
Vallée allá por los 70- se mezclan y confunden en el entorno socio-cultural,
disfrazándose de aquello en lo que las personas creen en cada época. Si bien
Vallée nunca puso a prueba su hipótesis, el carácter filo-paranoico de tales
"intuiciones" parecen haber confluido en la doctrina del Proyecto
Blue Beam.
Hace poco, Vallée aseguró que haces de microondas
controladas por un rayo láser podrían haber causado los "enigmáticos"
círculos de cereal que aparecen en Inglaterra desde los 80. Basado en un
artículo publicado en New Scientist sobre un sistema para desactivar bombas a
distancia, el ufólogo dejó de lado la navaja de Occam (elegir la hipótesis que
explica más cosas sin complicarse más de lo necesario) para adherir a una
teoría conspirativa. Como se sabe, la hipótesis más económica para explicar los
círculos es que son hechos por hombres que se ríen de los crédulos.
La existencia de un proyecto donde poderosas fuerzas
transculturales pretenderían imponer una religión de diseño para suprimir
expresiones genuinas de la cultura popular suena muy forzado. Los avistamientos
de "falsos ovnis" que usan como ejemplo, incluso, son facilísimos de
explicar. ¿Acaso las teorías conspirativas son mejores que la religión? Ningún
culto secular superó la prueba de la espontaneidad. Adeptos a la Iglesia
Positivista de Augusto Comte, los transhumanistas y hasta el puñado de devotos
de Ummowa tienen casi nulas chances de expansión ante la fe en otro Dios que
-exista o no- es consistentemente verdadero para sus creyentes.
Para muchos, la teoría según la cual los dioses se fusionan
en uno para permitir el acceso a un Anticristo última generación sólo puede
interesar a los antropólogos culturales, los ateos y los humoristas. Sin
embargo, no pocos han abandonado su fe religiosa para creer en tesis
electrizantes como lass del Blue Beam o del Proyecto Venus de la saga
Zeitgeist.
El guión inédito de "Star Trek" que, según dicen,
iba a promover el Proyecto también podría ser visto como un manifiesto ateo.
"Si éste es vuestro Dios, no resulta muy
impresionante", decía un vulcano de la tripulación de la nave US
Enterprise sobre el dios de cartón pintado que resultó ser el Dios de los
mortales. "Tiene demasiados problemas psicológicos. Es demasiado inseguro.
Exige adoración cada siete días. Hace seres humanos falibles y luego los culpa
por sus errores".
La película, polémica para su época, no se rodó. Su creador,
Gene Roddenberry, dejaba una pregunta flotando en el espacio exterior: "Es
un lamentable ejemplo de ser supremo. Después de todo, ¿qué clase de dios
expulsaría a los humanos del Paraíso por comer el fruto del Árbol del
Conocimiento?".
Fuente: es-us.noticias.yahoo.com
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