Jefe de secta acusa a extraterrestres de abducirle 27 mujeres cuando estaba a punto de fornicar con ellas

Lo que les contaré a continuación, es una historia proveniente del país del tequila y es de aquellas que cuesta mucho creer dado las extraordinarias circunstancias que se presentaron según el único testigo del hecho: Olaf Montesinos. Este hombre ha interpuesto una demanda judicial a los extraterrestres del planeta Rigodón, en lo que sería la periferia de la galaxia Andrómeda, por la abducción, el pasado 6 de diciembre, en la cima del Cerro Calvo (Cáceres, México), de las “27 apuestas féminas” que laboriosamente había reclutado para la secta Óvulos de Orión, “justo cuando me disponía a jincármelas”, según especifica Olaf en el documento entregado al juzgado de policía.

Olaf exige daños morales y perjuicios después de que unos extraterrestres oportunistas le arruinasen el plan que ha estado urdiendo durante año y medio para ir perdiendo la virginidad a los 36. “¿Usted sabe el trabajo que da montar una secta?”, declaró a la prensa: “Rápate y viste como un majadero; empápate de ciencia-ficción; anúnciate en centros de medicina alternativa y restaurantes vegetarianos donde van las mocitas con rastas y de piel así como integral; ve exigiéndoles celibato hasta el momento del contacto mientras las ves paseando por el templo en un poncho hecho con menos tela que el tanga de la Barbie… Y por fin, el día del contacto, las haces subir a la cima de un monte, desnudas, y dispuestas a invocar a los extraterrestres copulando salvajemente con su maestro… ¡Y cuando ya estoy arma en mano y ante las piernas de Tannhäuser, van esos hijos de puta del planeta Rigodón y se presentan! ¡Si ni siquiera existe el planeta Rigodón! ¡Cabrones!”.

El encuentro del tercer tipo y el principio de una alianza intergaláctica no compensan el chascarro de Olaf. Mientras los excitados extraterrestres, una vez embarcadas las fértiles hembras, le agradecían telepáticamente esa inestimable ayuda a la salvación de su cuasi-extinta especie, Olaf le tiraba piedras al platillo volador que se alejaba hacia quién sabe dónde…