miércoles, 29 de junio de 2011

Nasa confirma que la Voyager 1 llegó al límite del Sistema Solar y saldrá al espacio interestelar

La nave espacial Voyager 1 está en el límite de la “heliosfera”, donde las partículas que vienen del Sol chocan con los gases de la galaxia. Contrariamente al agudo y violento límite anticipado por los científicos, la frontera parece ser un sitio tranquilo, donde el viento solar se mezcla con partículas extrasolares.

“Estamos en esta región mixta donde el Sol sigue teniendo cierta influencia”, dice Stamatios Krimigis, físico del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad John Hopkins, en Laurel, Maryland. “Ciertamente, no es lo que pensábamos”, precisa. “Puede ser que hayamos entrado al espacio interestelar sin saberlo”, considera.

Los descubrimiento, presentados por Krimigis y sus colegas en la revista Nature, son los últimos de los muchos que se han producido durante el viaje de la nave espacial. Lanzada en 1977, la Voyager 1 fotografió volcanes activos de la Luna mientras viajaba a Júpiter, en 1979. El siguiente año, confirmó la existencia de tres nuevas lunas orbitando Saturno. En una de sus últimas fotografías, transmitida en 1990, la Tierra aparece como una granulada manchita bañada por rayos arco iris del Sol.

Cruzando lo desconocido

Desde entonces, los científicos de la NASA han deshabilitado seis de sus diez instrumentos y la nave está tan alejada que sus transmisiones tardan más de 16 horas en alcanzar la Tierra. Pero el trabajo de la Voyager continúa. Ahora está saliendo de la heliosfera la burbuja del espacio que está repleta de viento solar.

   A finales de 2004, la Voyager 1 cruzó el “choque de terminación”, la frontera donde empieza a menguar la influencia del viento solar. Este año, los investigadores esperaban alcanzar otro límite, donde el viento solar revierte de dirección drásticamente, señalando el principio del espacio interestelar.

En cambio, afirma Krimigis, la medición de partículas de baja carga energética muestra que el viento solar se ha reducido gradualmente hasta cero y se está mezclando con gases interestelares. Las teorías no pronosticaron este ambiente combinado y Krimigis dice que incluso pudiera ser posible que, de hecho, así luzca el espacio interestelar. “Quizá lo hayamos cruzado sin darnos cuenta porque nadie tiene un modelo que describa lo que estamos viendo”, considera.

El soplo lejano de gases interestelares podría sonar inconsecuente para los que estamos más cerca del Sol, pero los detalles sí importan, dice Ed Stone, director científico de la Voyager, del Instituto Tecnológico de California, en Pasadena. Actualmente, el Sol vuela entre escombros de varias supernovas cercanas. Olas de partículas y campos magnéticos producidos por nuestra estrella nos protegen de parte de la radiación interestelar de las explosiones, precisa. “El tamaño de esta burbuja es importante”, acota.

La Voyager debería dar más respuestas en los próximos años. La planta de energía de plutonio de la nave le permitirá operar sin problemas hasta 2020 y “seguiremos sacando datos”, apunta Krimigis. Aun después del desvanecimiento de su señal, el viaje de la nave seguirá; debe pasar la constelación Camelopardalis en aproximadamente 40.000 años.

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