Es indudable que cada cosa que hacemos, persigue un objetivo en específico. No obstante, hay veces en que realizamos acciones sin medir sus consecuencias. De esto último se ha alimentado el mundo en la actualidad: cada cual persigue sus propios intereses que están relacionados, principalmente, con la satisfacción de las necesidades básicas, aquellas que compartimos con el resto de los integrantes del reino animal.
¿Cuáles son esas necesidades básicas? Son todas aquellas indispensables para el diario vivir: comer, beber, dormir, orinar, defecar, fornicar (reproducirse) y entretenerse. Sin embargo, el Hombre se diferencia de los animales por su intelecto, que lo lleva a mejorar las condiciones en que vive para el bien de sus hijos y los hijos de sus hijos. En la búsqueda de ese bienestar, a veces atropella los derechos de sus vecinos, de ahí las riñas y conflictos. Para moderar estas disyuntivas es que nació la Ley por una parte, y la religión por otra. Ambas han sido sumamente importantes para preservar lo que hoy llamamos “civilización”.
Ahora bien, entendiendo que en la Tierra hay miles de millones de habitantes, se hace necesario que cada sujeto opte por un camino individual y que a la vez aporte a la sociedad. Mas esta ruta no debe ser confundida con el trabajo que uno desempeña, sino con su misión personal. Cada pieza en este Universo cumple un rol fundamental para el buen desempeño de las demás. Es hora de que usted se analice y vea en qué puede contribuir por el bien de la Humanidad…. piénselo.
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